Durante mucho tiempo se ha relatado una profecía catastrófica de sor Ana de los Ángeles Monteagudo, en la que se le adjudica haber predicho que el día que florezca su árbol de naranjo ella será canonizada y Arequipa sufrirá una catástrofe. Con base en la investigación histórica efectuada; no existe ningún documento, testimonio o evidencia que fundamente la veracidad de dicha profecía.

A partir de la investigación realizada en el Archivo del Monasterio de Santa Catalina de Arequipa; revisión de manuscritos, procesos apostólicos y libros de los principales biógrafos de sor Ana de los Ángeles (Alonso de Cabrera y Sosa, “Vida y milagros de la venerable madre sor Ana de los Ángeles Monteagudo”; Ambrosio Morales O.P. “La Virgen Arequipeña. Sor Ana de los Ángeles Monteagudo y Ponce de León”; Elías Passaréll “Vida de la V.M. Sor Ana de los Ángeles Monteagudo”; Dante Zegarra López “Monasterio de Santa Catalina de Sena de Arequipa y Da. Ana de Monteagudo Priora”), no existe referencia alguna sobre la profecía catastrófica del naranjo de sor Ana de los Ángeles.

Fray Ambrosio Morales O.P. (1955), al referirse a dicha profecía expresó: “Esta patraña es ciertamente una invención de la herejía o de la estupidez”. O se trata de una leyenda; narración popular de hechos irreales que se ha transmitido de forma oral a través de las generaciones. Lo único cierto es que sor Ana de los Ángeles Monteagudo, es la primera arequipeña y monja de clausura del continente americano en ser declarada beata por la Santa Sede, actualmente está en proceso de canonización, por ser un modelo de vida cristiana y santidad.

Sor Ana de los Ángeles, fue monja de ejemplar virtud del Monasterio de Santa Catalina de Arequipa, Dios le otorgó el don extraordinario de la profecía, es decir, que anunciaba la voluntad divina de los propósitos de Dios. Varios autores místicos concuerdan que Dios concede este don en mayor medida a los individuos santos. Indudablemente sor Ana de los Ángeles predecía sucesos futuros en virtud de un don divino; pues, todas sus predicciones eran precisas e infalibles, que ahora sería muy prolijo el referirlas todas. Según dijo en la Oración Panegírica y Fúnebre el P. Zereceda, “son 68 profecías cumplidas al pie de la letra”. Ninguna de ellas referida al árbol naranjo.

¿Qué se sabe del árbol de naranjo de sor Ana de los Ángeles?

Se sabe que sor Ana de los Ángeles cultivó un árbol de naranjo cuando fue monja en el Monasterio de Santa Catalina, y que tenía siempre el rosario en la mano y lo recitaba especialmente a la sombra de dicho árbol. Asimismo, en sus últimos años de vida encargó que no botaran su naranjo, por que serviría para algo (en adelante veremos que sirvió como un medio para realizar curaciones).

Sor Ana de los Ángeles siguió los pasos de Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Siena “realizó en su vida el programa dominicano de la luz, de la verdad, del amor y de la vida, concentrado en la conocida frase: contemplar y trasmitir lo contemplado”. Al igual que Santo Domingo, cultivó un árbol de naranjo. Se sabe que, Santo Domingo en 1213, llevó de Valencia a Italia unas semillas de naranjo y las plantó en la basílica de Santa Sabina en Roma, considerado milagroso, muchos fieles durante siglos acudían al convento para obtener algunas hojas y pedir por la intercesión del santo la cura para alguna enfermedad. Actualmente se puede observar el naranjo a través de un agujero en el muro que da al huerto, al lado de la basílica de Santa Sabina. Se dice que de este árbol son las cinco naranjas confitadas y conservadas en miel que Santa Catalina ofreció al Papa Urbano VI en 1379, para pedirle que actuara con moderación con el antipapa Clemente VII, mostrándole como la naranja es amarga, pero se puede dulcificar: “lo amargo de la vida se vuelve dulce cuando se vive desde la sangre de Cristo”.

En el Archivo del Monasterio de Santa Catalina, se encuentra la crónica de sor Juana Rosa de N. Sra. De Dolores y Salas (1876), en la que escribe sobre el naranjo de la Madre Monteagudo: “Se sabe por tradición que había un naranjo de la M. Monteagudo; fuimos a la huerta a reconocerlo y estaba fresco con naranjas; pero el tronco estaba sumagado, tenía un hueco que entraba la mano; y solamente por prodigio podia estar con vida”. Desde 1878 “se empezó a dar las hojitas que pedían con mucha fe para los enfermos y en realidad hacia curaciones milagrosas. Sacaban mucho y llegaron a quitarle la corteza del arbusto; y se secó”. Posteriormente, se hicieron bendecir otros naranjos y se daban las hojas a los enfermos para sus curaciones.

Después que el árbol de naranjo se secó completamente, se colocó el tronco en la celda de sor Ana de los Ángeles. Al presente se conserva junto a otros objetos de la beata Ana de los Ángeles, y está resguardado por las monjas del Monasterio de Santa Catalina.

El milagroso naranjo de sor Ana de los Ángeles

En 1921 se inició el Proceso Apostólico sobre las virtudes y milagros in specie en la Causa de la Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios Ana de los Ángeles Monteagudo, siendo Obispo de Arequipa Monseñor Fray Mariano Holguín, y el Vice postulador de la Causa el Rdo. P. Fr. Gonzalo Valer. Todos los testigos tenían que hacer juramento de decir la verdad, algunos testimonios referidos al árbol de naranjo son los siguientes:

Juan G. Hurtado, dijo “Recuerdo que mi señora madre me mandaba al Monasterio a pedir a la religiosa Mercedes Alarcón que era mi tía, hojas del naranjito que ya había rebrotado, para con ellas curar algunas enfermedades. Actualmente se piden, y las religiosas dan hojas de su naranjito como remedio”.

Rda. Madre Sor Rufina del Santísimo Sacramento Uria, refirió que “un joven, cuyo nombre no recuerdo, natural de Puno, sobrino de la Madre Salas, fue mordido en su ciudad natal por un puerco en la pierna; y que fue traído a Arequipa para su curación; pues en Puno no pudo obtenerla. Cuando llegó sufría muchos dolores por tener la pierna muy hinchada y que había temor de que le picara gangrena. Al saber la M. Rosa Salas el mal estado de su sobrino y como en ese tiempo la expresada Madre Salas se ocupaba de la causa de la Sierva de Dios, mandó que recogieran hojas de los naranjos de este Monasterio y que en nombre de la Madre Monteagudo le cubrieran la pierna enferma con las expresadas hojas…el día siguiente al quitarle las vendas se encontró que de la pierna había fluido mucho líquido y que estaba sano”.

Sra. Catalina Cansino, expresó que “En la casa del Buen Pastor de la cual era Rector el Pbro. D. Tomás Cáceres se encontraba muy gravemente enfermo un sacerdote, este se había adormitado y cuando despertó les dijo a los que le asistían que fueran al Monasterio de Santa Catalina a pedirle hojitas de naranjo que cultivó la Madre Monteagudo; cuando se los trajeron ordeno se las sirvan en infusión y quedo perfectamente curado, desde entonces se ha propagado la devoción a las hojas del naranjo de la Madre Monteagudo”.

En ese contexto, Dios hizo muchos milagros por intercesión de sor Ana de los Ángeles Monteagudo; y esto no sólo durante los años siguientes a su muerte, sino a lo largo de los siglos hasta el día de hoy, en ocasiones por medio de objetos que le pertenecieron, o tierra de su sepulcro, o las hojas del naranjo tomadas en nombre de Dios y pidiendo la curación por intercesión de sor Ana de los Ángeles.

FUENTES

Cabrera y Sosa, Alonso de. Vida y milagros de la Vble. Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, que floreció en el ameno paraíso de virtudes, en el monasterio de la gloriosa virgen santa Catalina de Arequipa. Manuscrito.

Libro “Crónica de sor Juana Rosa de Nuestra Señora de Dolores y Salas”. Archivo Monasterio de Santa Catalina-AMSC.

Morales, Ambrosio O.P. La Virgen Arequipeña. Sor Ana de los Ángeles Monteagudo y Ponce de León. Imprenta Portugal. Arequipa,1955.

Passaréll, Elías C. Vida de la V.M. Sor Ana de los Ángeles, que floreció en el monasterio de Santa catalina de la ciudad de Arequipa. Imprenta de la Librería Religiosa, Barcelona, 1879.

Proceso Apostólico sobre las virtudes y milagros en la causa de Beatificación y canonización de la Sierva de Dios Ana de los Ángeles Monteagudo (1921-1923).

Rossini Oliva, Sabina y Bonells, José Elías. El naranjo amargo de Sevilla. Sevilla, 1996.

*El presente artículo “El milagroso árbol de naranjo de sor Ana de los Ángeles Monteagudo” fue escrito por la historiadora Amparo Chalco Chávez.

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